Los
días templados a nube individua abordando el firmamento
Oigo
su caminar a pasos serenos por la senda del parque
La
tarde nos regala un tejado sin sol, una atmósfera con un suave viento
Y unas siluetas sin sombra, que
se convierten en personas
cuando cae en su memoria
Los
días se hacen grises, pero hay una paz en su mirada
La
mirada de un hombre triste, que no denota su pesar
Su
traje es su coraza. Su pálida cara es una máscara que no cualquier palabra
puede atravesar
La
tarde gris es sólo una fachada más para recordar el estado de su alma
Oigo
los pasos de maniquíes autómatas que desconocen su libertad
Ellos
pueden librarse. Ellos pueden volar
«Soy
otra eternidad encerrada», dice en sus adentros
Cuántas
cosas se pierden. Cuántas cosas se pueden amar
Perdido
de Dios, de los ángeles…
La
ciudad nos exime de los besos de la noche con su luz artificial
El
triste deseo de una tarde eterna
Como
el ciclo de los días que se pierden en soledad
La
luz artificial nos venera…
La
primera luz de la noche no es de una estrella
Es
de un poste que alumbra el destino de los Hombres
Es de un poste que
anuncia la llegada de la noche.
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