I
Una fluye en tentación y deseos desorbitantes
La otra roza con suavidad su mano por mi piel
Una fluye en momentos de la noche efímera
La otra me entrega una vida de amor y pasatiempos imborrables
Una destella matices y pasiones nunca antes vistas
La otra entrega una figura sumisa y pasiva, como un cáliz
Una seduce con su encanto y embriaga con su aroma
La otra toma mi corazón entre sus manos, gentilmente, como paloma
Entre los quehaceres de un alma sedienta
Entre el roce de sus gotas y su naturaleza erótica
Yo ya no sé qué alimenta mi corazón o alimenta el fuego
Dos bebiendas que sacian a un hombre, en las noches más extensas
en las noches de sosiego
II
Su figura danzante, rebosando sensualidad
Curvas golpeantes, de extremo a extremo
Caderas que se alimentan evasivas de miradas
Que mientras más las deseo, más aguardan
Al ritmo de fuego dinámico, a fuego lento
Y la sed de tu cuerpo supera a cualquier desierto
La llama que rebosa de carne, de fuego, de deseo
Que caigo víctima de un encanto, de un sueño
Directo a la perdición de mis sentidos
Al ardid de mi cuerpo…
III
Su pureza, sus sentimientos más firmes
La vitalidad que sólo siento cuando estoy con ella
Al tacto de mi piel, al tacto de mi boca
Su profundidad que sólo evoca al origen de los tiempos
Que cuando vea en ella, en su figura diáfana
E investigue en los pozos de su incertidumbre
No habrá riqueza más rica
No habrá certeza más clara…
IV
Y me veo a mí mismo. Al horizonte de un sendero bifurcado
Entre la oscuridad que atrae, entre la claridad que me da alivio
Un hombre no se hace pedazos, y cada miembro a su camino
Un hombre debe elegir lo que ama: lo que ha dado, y ha perdido
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